Nuevo baby en Malayaka House

Desde que llegué a Uganda, nunca he dejado de decir “este país no deja de sorprenderme”. A veces para lo bueno, a veces, demasiadas, para lo malo. 

Llevo casi 8 años viviendo aquí y todos los días me quito la coraza para acostarme y me la pongo al levantarme. Es lo único que una puede hacer, bueno, o comenzar a endosar los números de la indiferencia, frente a lo cual peleo y peleo porque me parece una de las peores enfermedades que hay en el mundo, la indiferencia por el sufrimiento de otros seres humanos…

En Malayaka House acogemos a niños que son huérfanos o que han sido abandonados, y nunca conocemos a las madres, padres, o familiares que han decidido abandonarles. Lo cual no deja de ser de agradecer, porque siempre me he preguntado qué le haría a alguien que es capaz de hacer a los niños lo que algunos han hecho… Bobo tenía 3 años y pesaba 4 kgs… Achen perdió un ojo cuando su madre la tiró al nacer en una letrina, los mellizos y los trillizos llegaron con meses de edad y una desnutrición bestial… 

Hace varios días, a través del proyecto “Catherine” que pusimos en marcha el año pasado para ayudar a niños con VIH, el destino puso en nuestro camino a un nuevo bebé, pero esta vez con su madre, su padre, y sus hermanos. El pequeño Joshua pesaba 4 kg y tenía 6 meses. Jackie, nuestra trabajadora social fue alertada por los servicios de TASO, una organización en Uganda que se ocupa de los enfermos de VIH, de la situación desesperada de un bebé que vivía a tan solo 5 minutos a pie de nuestra casa. 

Joshua el dia que le conocimos

Fuimos a visitar a la familia. Antes os decía que siempre me he preguntado qué le haría a alguien que ha sido capaz de dejar casi morir a un bebé, ahora tengo la respuesta: nada. Bueno, nada más que quitarle al bebé de las manos, traerlo a Malayaka House y poner todo nuestro conocimiento, ganas, cariño y atención en él. O sea, todo. Para él, salvar su pequeña vida. 

Joshua vivía en su casa con 3 de sus hermanos mayores – de 2, 5 y 8 años – su madre y su padre. Su madre es alcohólica. Su padre trabaja de 6 de la mañana a 10 de la noche, y no considera que sea el encargado de cuidar de ellos. También bebe y cuando está borracho les maltrata. La situación de Joshua y del resto de sus hermanos es una de las peores que he visto desde que llegué a Uganda. 

Dos de los hermanos de Joshua comiendo comida que las aunties decidieron llevarles

Cuando los conocí, a Joshua le habían dejado tumbado en un sofá putrefacto, o mejor dicho debería decir, le habían dejado tirado, porque ése es el aspecto que tenía. De llevar tirado días y días, con pis y cacas acumulados. Su tripa estaba hinchada, no tenía carne y solo era piel y huesos. Sus ojos grandes miraban tristes su entorno. No tenía energía ni para llorar y se chupaba los deditos para calmar el hambre. 

El sofá donde tenían a Joshua

El cuarto, por llamarlo de alguna forma, donde estaba era un salón desordenado, sucio de meses sin limpiar, cubierto de basura, con un olor asqueroso y botellas vacías de ginebra por todos lados. 

Al día siguiente convencimos a la madre para llevarnos al pequeño a la clínica donde llevamos a nuestros niños. Recientemente he descubierto a un pediatra “mzungu”, americano, Dr Bruce, que es un amor, se preocupa por los niños, les atiende con cariño y sabe un montón. 

Tuvimos que parar a comprarle un pijamita porque la madre no podía encontrar ninguna ropa de bebé en el desorden de casa que tenía. Le encontramos desnudo con la misma sábana sucia que le había dejado el día anterior.

Joshua esperando a ver a Dr. Bruce, calmando el hambre con sus deditos en la boca

Ese día, después del médico, hablé con el trabajador social del gobierno y accedió, agradeciéndonos una y mil veces, a que acogiéramos a Joshua en nuestra casa de acogida. Nos ha autorizado a quedarnos con él hasta que mejore, coja peso y su situación familiar sea mejor. 

Cuando llegamos con él a casa todos le recibieron con una fiesta, ¡hacía mucho que no teníamos bebés nuevos! A mí me alegró el corazón al ver cómo aquellos que un día fueron Joshua, le daban la bienvenida así de bien, cómo le acogían como le acogemos nosotros, cómo le cuidan, le miman, y juegan con él. Cómo le han hecho un hueco en su corazón desde el primer momento, sin preguntas, sin dudas, sin resentimientos… solo con amor, mucho amor.  

Los mas peques con Auntie Bea y el nuevo baby, el día que llego a Malayaka House
Sorpresa: tenemos nuevo baby!

Joshua ya ha cogido casi 2kg desde que está con nosotros; la buena nutrición, pero sobre todo el cariño y el amor, pueden con todo, y de eso, en Malayaka House, tenemos mucho. 

Sam y Uncle Robert, felices con el nuevo baby

Mis últimas líneas son como casi siempre agradecer a los que nos apoyáis día tras día, mes tras mes, año tras año, a seguir salvando a niños como Joshua, a seguir salvando vidas. ¡Mil millones de gracias!

¡Joshua ya es un bebé feliz!

Bea Gutiérrez – Coordinadora de Malayaka House en Uganda

Beatriz Gutierrez

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