Un bonito ejemplo de solidaridad

Todo empezó el mes de marzo del año pasado cuando hablé con Cornelie por teléfono. Cornelie es amiga de Cris Baudín y también vive en Castelldefels. Es holandesa y lleva a sus hijos al British School of Barcelona en dicha localidad.

Me propuso comenzar una relación con el colegio con posibilidades de que culminara con un viaje de los alumnos más mayores a Malayaka House.

El pasado mes de octubre organizaron una charla en el colegio para los alumnos de los últimos cursos, donde asistí a contarles sobre nuestra casa de acogida y nuestro proyecto. Si bien la charla fue súper interesante y me encantó el “feeling” con algunos de los alumnos, lo mejor fue conocer a María, profe del colegio, y super mujer, que coordina llamémoslo así, la “RSC” para los alumnos. En este bachillerato internacional una de las asignaturas más importante de los alumnos es el voluntariado, y llevar a cabo proyectos, ideados por ellos, para recaudar fondos para asociaciones sin ánimo de lucro.

María entiende lo que es la cooperación y quiere enseñarle a sus alumnos que ayudar no es solo dar los céntimos que nos sobran, es mucho más que eso: es conocer el proyecto, conocer la realidad de la gente a la que ayudas, involucrarte con la asociación y ser parte activa en la recaudación de fondos. María, siendo consciente o no, da clases de solidaridad a los niños del British School como una verdadera profesional.

En esta línea, y después de mi charla de octubre, los alumnos tenían que reunirse y proponer distintos proyectos orientados a ayudar a los niños de Malayaka House. Salieron varios, y volví en enero a comprobarlo.

Me quedé de piedra con el resultado. Los de los últimos cursos de Primaria había ideado un día sin uniformes en el que el que quisiera ir con su ropa tenía que pagar un euro para nuestra causa. Recaudaron más de 400 euros!

Además a los más mayores se les ocurrió la idea del “Secret Santa”, y en mi última visita me dieron un regalo para cada uno de nuestros niños, algunos con cartas incluidas. También me contaron sus planes para seguir recaudando y ayudando a nuestro proyecto. Entre ellos tenemos la idea de comenzar “encuentros a distancia” donde los alumnos del colegio ayudaran on line a los niños de Malayaka House con los deberes, o a leer, o a conocer proyectos interesantes. Por ejemplo, se me ocurre que alguno se ponga en contacto con Bobo y le cuente secretos sobre las estrellas, los planetas, la luna y el sol.

Ese día de enero di también una charla a niños de los primeros cursos de Primaria que también me enamoró. Les conté lo que hacemos y luego les dejé tiempo para preguntar. ¡Qué preguntas tan interesantes! Espero que estos niños tan inteligentes, con tanta suerte en la vida, con un gran futuro por delante, crezcan conscientes de la suerte que tienen y se conviertan en adultos responsables y solidarios. Nuestra labor es poner la semilla, la suya es hacerla crecer.

En fin, que por supuesto que cuando volví a Uganda, claro, traje una maleta llena de regalos y un día nos sentamos todos a recibirlos. ¡Qué ilusión, madre mía! Fue genial ver las caras de los peques recibiendo sus libretas y lápices, sus balones, sus libros para colorear, sus hilos para hacer pulseras… y el “Auntie Bea, can you please keep for me?”

 

    

     

Este es solo el comienzo. María tiene en mente seguir ayudándonos, y estos niños también. Ya hay varios de los mayores que quieren venir cuando cumplan los 18. Esto es especial, y todos los que estamos involucrados, lo sabemos.

Gracias María, gracias chicos, gracias peques, gracias equipo directivo… lo que hacéis llega aquí a Uganda cargado de magia y de ilusión.

¡Seguimos adelante!

Beatriz Gutierrez

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